viernes, 25 de octubre de 2013

Una mirada nos anima o nos destruye.


Es muy cierto el dicho de que una mirada es la puerta del alma, ya que es con una mirada con la que se descifra lo que la otra persona tiene dentro de sí, lo que nos quiere decir  sin hablar,  que duro es sentir una mirada que refleje cólera, a la persona que la recibe, la destruye, la devasta; sobre todo si  se trata de una persona que es sensible; sin embargo si la mirada se percibe tierna, cálida, acompañada de una sonrisa, es inevitable que a cualquier persona la invita a caer rendida, en el buen sentido de la palabra. Son dos extremos que inevitablemente nos llevan a la  destrucción o al aliento, un aliento que nos anima a hacer cosas increíbles por el lado de las buenas acciones.

No olvidemos también que las personas perciben nuestra mirada y todo ello influye en la opinión que tendrán los demás de la persona que ofrece la mirada.

Mostremos a los demás nuestras mejores  miradas, sobre todo a nuestros estudiantes, los cuales se sentirán muy animados a seguir y seguir en lo que están haciendo, o empezar otras actividades, muy entusiasmados, también harán cosas increíbles, que es lo que estamos buscando en ellos, un despegue de potencialidades.

 Pongámonos en el lugar del otro y pensemos en lo que se tiente ante una u otra situación.

1 comentario:

Jackelyne Vásquez dijo...

Me parece interesante la experiencia que compartes y creo que todos debemos tenerlo en cuenta y sobre todo en algún momento ponernos en el lugar de la otra persona, para saber lo que se siente ante esas miradas.