Es muy cierto el dicho de que una mirada es la puerta del alma, ya que es
con una mirada con la que se descifra lo que la otra persona tiene dentro de
sí, lo que nos quiere decir sin
hablar, que duro es sentir una mirada
que refleje cólera, a la persona que la recibe, la destruye, la devasta; sobre
todo si se trata de una persona que es sensible; sin embargo si la mirada se
percibe tierna, cálida, acompañada de una sonrisa, es inevitable que a
cualquier persona la invita a caer rendida, en el buen sentido de la palabra.
Son dos extremos que inevitablemente nos llevan a la destrucción o al aliento, un aliento que nos
anima a hacer cosas increíbles por el lado de las buenas acciones.
No olvidemos también que las personas perciben
nuestra mirada y todo ello influye en la opinión que tendrán los demás de la
persona que ofrece la mirada.
Mostremos a los demás nuestras mejores
miradas, sobre todo a nuestros estudiantes, los cuales se sentirán muy
animados a seguir y seguir en lo que están haciendo, o empezar otras actividades,
muy entusiasmados, también harán cosas increíbles, que es lo que estamos
buscando en ellos, un despegue de potencialidades.
Pongámonos en el lugar del otro y pensemos en
lo que se tiente ante una u otra situación.
1 comentario:
Me parece interesante la experiencia que compartes y creo que todos debemos tenerlo en cuenta y sobre todo en algún momento ponernos en el lugar de la otra persona, para saber lo que se siente ante esas miradas.
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